viernes, 10 de octubre de 2008

Enorme

Grande, Leo Messi es muy grande. Pese a sus 169 cm de estatura y sus 67 kg de peso, el argentino es enorme.

Su calidad es indiscutible: sus cambios de ritmo, su rapidez de movimientos, sus reflejos, sus jugadas imposibles, sus inverosímiles regates... son tantas las cosas que puede hacer este jugador que no hay palabras para describirlo.

Todos, sin excepción, alaban su juego y nadie, sin excepción, quiere tenerlo como oponente. Es ágil, imprevisible, sorprendente, eficaz, pero ante todo, es espectacular. Sus piernas van tan rápidas como su cabeza y sus pies parecen llevar pegamento para no soltar el balón ni siquiera ante las numerosas entradas que recibe. El argentino ha aprendido a soportar las faltas de sus rivales y a esquivarlas, llevándose siempre la pelota consigo. Si él se libra de su marcador, el balón se va con él, siempre.

Actualmente, es la pieza esencial del F.C. Barcelona. Pese que su entrenador, Pep Guardiola, insiste en que ningún componente de la plantilla ha de ser la estrella, "el Pulga" brilla con luz propia. Pocas veces se ven jugadores así. Todo aficionado al fútbol y al deporte en general es afortunado de poder contemplar las maravillas que se inventa Leo. Y el público del Camp Nou lo es aún más. Maradona, Pelé, Romario, Rivaldo, Ronaldinho... son muchos los cracks que han dado tardes de gloria en el estadio azulgrana, pero Leo Messi es el presente y futuro de este equipo. Y todos lo saben. Sin embargo, planea sobre el club y su entorno la preocupación por la fragilidad muscular de Messi. Sus numerosas lesiones debidas, en gran parte, al tipo de juego que practica, son el único punto débil del argentino y podrían causarle problemas más serios.

Pero todo se olvida cuando entra en acción. Él solo puede darle la vuelta a un partido que todos dan por perdido, es capaz de levantar de su asiento a una de las aficiones más exigentes y es el jugador que todos quisieran tener.

Leo Messi no es uno más, ni siquiera es el sucesor de nadie. Messi es simplemente, único, irrepetible e inolvidable. ¡Y que dure!

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