viernes, 10 de octubre de 2008

Espectáculo puro

El Barça arrasó en el Camp Nou ante un Atlético de Madrid incomprensiblemente desaparecido del terreno de juego.

Seis goles le endosaron los azulgrana a los de Aguirre en un partido difícil de olvidar para todos. A los 2 minutos, Márquez cabeceaba un saque de esquina de Xavi e inauguraba el marcador. Sólo tres minutos después, un inocente Ujfalusi comete un penalti innecesario sobre Leo Messi que el mismo argentino se encarga de materializar. Pero no sería lo único que regalaría “el pulga”, concentradísimo en todas sus acciones y dejando claro que, a estas alturas, no existe el duelo con Agüero: a los siete minutos, en una demostración de picardía, Leo lanza una falta en la frontal del área de los colchoneros mientras éstos, despistados, colocan una barrera sin que el Barça lo pidiera. Tres a cero en sólo siete minutos, todo un récord. Pero al partido aún le quedaban más de 80 minutos de juego, el festival no había hecho más que empezar.

Los rojiblancos sacaron su orgullo y, en un error garrafal de la defensa azulgrana que regaló el balón, Maxi encañonó un disparo que dejó a Valdés sin opciones. Los de Guardiola, lejos de ponerse nerviosos y dar algo de emoción al encuentro, se volvieron a poner manos a la obra y una gran jugada de Eto’o se convirtió en el cuarto gol de los locales (minuto 17). Antes de cumplirse la media hora de partido, llegaría el quinto tanto culé, en este caso, de Gudjohnsen, que supo aprovechar un rechace de una preciosa jugada de Iniesta, impecable, cuyo lanzamiento se estrelló en el poste. Los azulgrana estaban siendo insultantemente superiores a un Atlético que no supo reaccionar ante tal derroche de efectividad y talento. La gran jugada del partido no acabó en gol, pero no por ello tiene menos mérito. Messi se inventó una preciosa jugada, arrancando desde el medio del campo con el balón controlado y oon un cambio de ritmo impresionante que dejó pasmada a la defensa contraria; la lástima es que el suave lanzamiento que fabricó por encima de Coupet se perdió a pocos centímetros del poste de la portería, ante la mirada atónita de todo un estadio. Una afición que supo reconocer la magia del argentino con una sonora ovación y el público en pie tras regalar semejante joya futbolística que, de entrar, hubiera dado la vuelta al mundo. Con el Camp Nou convertido en una fiesta se llegó al descanso.

La segunda mitad, como cabía esperar, resultó mucho menos llamativa aunque sí hubo grandes detalles de calidad sobre el césped. Aún faltaría el sexto gol que cerraría el marcador. Lo transformó Henry de un potente disparo tras una rápida combinación entre Xavi y Bojan. Antes, Aguirre había mandado al banquillo al Kun “salvándole” de tal desastre y dejando bien claro que en el duelo con Messi no tuvo nada que hacer (la primera vez que el Kun tocó el balón, su equipo ya había encajado dos goles). Messi, por su parte, se fue del campo con la afición en pie coreando su nombre.

Un nombre como para olvidar. Cuánta razón tenía aquel anuncio en que un Leo todavía más joven, nos decía: “Recuerda mi nombre”.

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