miércoles, 7 de abril de 2010

Enorme privilegio

Un anciano, desde la grada, mira con los ojos brillantes hacia el terreno de juego. Se ha terminado el partido. El Barça ha eliminado al Arsenal y ya está en las semifinales de la Champions League. Leo Messi ha marcado los cuatro goles azulgrana con una gran exhibición de fútbol. El Camp Nou ha vibrado con el espectáculo del argentino.

El anciano está ahí, de pie en las escaleras. Su expresión es indescriptible, el público que queda en el estadio corea el nombre de Messi y él parece no querer marcharse. Lleva muchos años siguiendo al equipo. Es un socio que rara vez se pierde un partido. Un abuelo de aquellos que se le ve tan ilusionado cuando consigue traer a su nieto a ver jugar al equipo de su vida que hace que, sin querer, se dibuje una sonrisa en tu cara. Porque normalmente acude solo a los partidos y sigue el juego con una expresión poco alegre. Pertenece a esa generación de culés que han visto perder muchas veces a su equipo y que ha presenciado dolorosas derrotas. Es pesimista por naturaleza, pendiente siempre de los fallos de sus jugadores, exigente como el que más, a menudo descontento aunque, últimamente, algo más sonriente. Pero hoy es diferente.

Ese anciano, que hace más de 14 años veo seguir los encuentros en la fila de delante, tiene un semblante especial. Siempre espera el pitido final para levantarse de su asiento y marcharse a casa. Y ayer, tras el final del partido, se levantó de su asiento de la fila 10 y empezó a subir las escaleras para salir del estadio. Unos sonoros aplausos le hicieron girarse y observar lo que sucedía en el césped. El público gritaba, festejaba el triunfo y ovacionaba a los de Guardiola que saludaban desde el centro del campo. Se quedó quieto, mirando fijamente a esos jugadores que le habían hecho disfrutar como nunca. Y allí, de pie, aplaudiendo con todas sus fuerzas y con los ojos llorosos, ese anciano daba gracias por poder vivir ese momento. Porque nadie como él sabe de la importancia de lo vivido, del privilegio de haber visto tal espectáculo futbolístico.

"Soy realmente afortunado, sentir tan míos estos colores es un verdadero placer", piensa. Tantos años, tantas derrotas, tantos enfados... todo ha valido la pena. Porque este anciano está viviendo este momento. Y él sabe que es irrepetible, es consciente que cada vez tiene menos tiempo para ver a su querido Barça. Pero lo está disfrutando como el que más. Y agradece que esta generación azulgrana haya entendido lo que significa lucir ese escudo que siente tan suyo. Este anciano que ha vivido tanto, se siente pletórico por haber tenido esta oportunidad. Porque intuye que no tendrá muchas más. Su cara iluminada, su media sonrisa y esa expresión de absoluta satisfacción denota el gran momento vivido. Porque este equipo le ha ofrecido una gran noche. Y eso no se puede describir con palabras, su cara lo dice todo: simplemente, esto es un enorme privilegio.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Qué bonito y qué cierto!