
El equipo de Luis Aragonés ha sorpendido a media Europa con un juego atractivo, de toque, de control de balón. Su apuesta por una selección joven, con varios futbolistas inexpertos en grandes citas, le salido más que redonda. El hecho de que muchos de los seleccionados no hubieran vivido nunca una Eurocopa ha provocado en ellos una confianza y una ilusión que les ha llevado a la victoria final.

Pues bien, la Eurocopa no podía dejarle en mejor lugar. Raúl no ha ido, es cierto, pero los delanteros convocados han tenido un papel más que decisivo: Villa ha sido el pichichi de la competición y Torres es el autor del gol ante Alemania que les ha supuesto el título. Luis no se equivocaba y fue capaz de soportar la presión día tras día y demostrar a todo el mundo que estaba en lo cierto, que su selección es la campeona y que nadie puede discutirle ya ninguna de sus decisiones.
España ha tenido una alineación titular fija a lo largo de toda la Eurocopa. En la portería, Casillas fue totalmente decisivo en los hasta ahora malditos cuartos de final ante Italia parando dos penaltis en la tanda final; Puyol, Marchena, Capdevila y Sergio Ramos no han permitido que nadie pusiera en apuros a Iker; Senna ha sido la gran revelación del centro del campo cortando y robando balones continuamente, Xavi, Silva e Iniesta han hecho lo que han querido con el balón, mareando con su toque al adversario; y Villa y Torres se han encargado de terminar de forma brillante el trabajo iniciado desde la defensa. Cesc, Alonso, Reina, Güiza, Palop, Albiol, Arbeloa, Juanito, Navarro, De la Red, Cazorla, Sergio García…todos juntos, como un gran equipo, han desplegado un gran juego que a todo aficionado al fútbol, español o no, le ha mantenido enganchado a la televisión. No han tirado la toalla en ningún momento, han luchado hasta el final y, después de 44 años, han sido campeones. Y se lo han merecido, sin duda.

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